6 jun 2006

Tic Tac

Tic tac tic tac hacía el reloj, ese condenado reloj que le despertaba cada mañana, pero hoy podía oírlo con claridad como si estuviera en durmiendo con él a un lado de su cara, no esperó a que sonara, abrió los ojos, lo miró, la hora era 5:48 a.m., un poco antes de la acostumbrada hora de despertar, el reloj hoy parecía tener vida, parecía tener un rostro dibujado en su cara frontal y le sonreía con malicia.

“Seguro crees que te sales siempre con la tuya y me despiertas de manera cruel cada mañana a las 6 a.m., pues fíjate que ya me desperté antes de oír tu petulante timbre“, le dijo al reloj en la oscuridad de la habitación.

“Tic Tac Tic Tac” fue la única respuesta que recibió, que de cierta forma lo molestó y empezaba a desesperar. Decidió que era mejor dejar al reloj a un lado y darse una ducha para llegar a su trabajo temprano por fin después de muchos días llegando tarde a causa de los desvelos, hoy es un día importante, se lanza al mercado un producto que regula el metabolismo de manera que se puede tener un peso entre los parámetros normales, los millones de obesos en el mundo pagarían por adquirirlo cualquier cantidad, todos menos él, se miraba en el espejo y su prominente vientre se le adelantaba y con morbosa satisfacción lo acariciaba y se dijo así mismo:

“No saben lo que me costado tener esta figura, para perderla tomando 12 pastillitas que me dejarán endeudado por el resto de la vida”

Luego pensó:

“Además por muchas pruebas que hayan hecho durante 10 años, a mi no me inspira confianza ¿y si los efectos no se ven hasta después de 11 años?”

“Tic Tac Tic Tac”

“¿Tu otra vez? que molesto eres…” empezó a decir a viva voz cuando el teléfono sonó, era el mismo sonido de siempre, pero algo a la vez lo hacía sonar con desespero, con un tono de urgencia, y ahí estaba el con la toalla alrededor de la cintura, que parecía pequeña en contraste con su voluminosa figura, frente al teléfono con la mano en el auricular inalámbrico mirando la pequeña pantallita que mostraba el número de la persona que llamaba, aquella mole sintió escalofríos.

“Si cayera al piso preso de un ataque en este momento, el edificio entero se daría cuenta de que algo me pasó, 150 kilos de carne no golpean el suelo muy suavecito que digamos” pensó con sorna.

Por fin apretó el pequeño botoncito para contestar las llamadas y aproximó el aparato a su oído, ni si quiera preguntaron por él usando su nombre, todo fue muy directo:

“No podemos permitir que presentes el producto, tu imagen no es adecuada para la campaña, te dijimos que tenías que ponerte a dieta, te dijimos que la compañía te proporcionaba el tratamiento con nuestro producto gratuitamente, y tu te negaste, lo siento, no podemos hacer nada, la señorita Nadia será la presentadora a la prensa del producto ella perdió 50 kilos en un año, es perfecta”

Y ahí estaba él escuchando, abrió la boca como para decir algo, pero un nudo en la garganta no le permitía emitir un sonido, las emociones le asaltaron, todo el trabajo de 20 años en la compañía farmacéutica, estaba por serle arrebatado, prácticamente, será reconocido como logro de su asistente, y apenas esa gorda, ex gorda, tiene un año trabajando con nosotros, pero se lo habían dicho:

“Coño, sabes que vivimos un mundo de imágenes, tu producto es una prueba de eso, ¿Por que crees que la gente está tan desesperada por tener un peso ideal?”

“Si no te quitas ese peso, nadie va a creer que inventaste el remedio contra la obesidad.”

Colgó la llamada, a mitad de una frase, “…están preparando tu liquidación…”

“¿Ese es el agradecimiento que me dan por hacerlos ricos? Más ricos”

Se sentó al borde de la cama de golpe, el material que formaba parte de la base de la misma cedió a su peso crujió y se quebró en un seco CRACK.

Ahí estaba él, desparramado en su habitación, medio cuerpo en la cama rota, la otra mitad en el piso, la toalla rajada como papel cubriendo solamente su pierna izquierda, y su orgullo debajo de su enorme culo, las lagrimas empezaron a surgir de sus ojos una a una recorrían sus mejillas gordas mientras que los ojos escondidos entre los parpados carnosos solo miraban al infinito, que debía estar cerca del techo de la habitación, y la desesperación empezaba a ganar terreno y desvió la mirada a la ventana, las cortinas blancas eran movidas sutilmente por una brisa suave que entraba por la ventana medio abierta, parecían una mujer haciendo movimientos sensuales, seductores, como insinuándole, a que se acercara.

Ahí estaba el perplejo mirando al la mujer que le invitaba a bailar en su traje blanco iluminado, se incorporó trabajosamente, se aproximó a la ventana extendiendo los brazos, “saltaré a tus brazos bella dama, la que nunca he tenido”

“TIC TAC TIC TAC”

“MALDITA SEA CALLATE DE UNA VEZ”, le gritó al reloj, le miró fijamente, y este le sonreía con picardía.

“¿Te burlas de mí?” y el reloj le respondió: “TIC TAC” y tomó el reloj con ambas manos, con deseos de aplastarlo con ellas, las manecillas del reloj indicaban la hora 5:57 a.m. Los pensamientos se le agolparon, recordaba el día que la presidencia le pidió que se sometiera al tratamiento, la vista fija en el reloj, una presión en el pecho, la visión se le nublaba, la cabeza le dolía, parecía que le iba a estallar, todo ahora estaba oscuro, luego muy brillante, luego oscuro otra vez, “creo que me dio un ataque, y estoy muriendo”, pensó, “tengo sueño, mejor descanso”.

El reloj sonó, como de costumbre a las 6 a.m., el sonido era molesto pero necesario, abrió los ojos estiró una mano y golpeo suavemente el reloj para acallarlo, puso los pies en el piso, ya había salido el sol y la habitación estaba medio iluminada, hoy era un día muy especial, era la presentación oficial a la junta directiva de la farmacéutica de el producto, luego de años de desarrollo e investigación y dentro de un año será el lanzamiento al mercado del producto mas revolucionario, uno de sus compañeros que trabaja en la administración, muy allegado a la junta directiva, le pregunto si aceptaría si le pedían que recibiera su propio tratamiento...

“TIC TAC TIC TAC”

“Soñé contigo, maldito reloj”, y el reloj le sonrió.

Era hora de tomar un taxi y de llegar a las oficinas a la presentación, y salió corriendo de la habitación porque se le hacía tarde.

Ahí quedó el reloj en la mesita de noche, al lado del CD con los archivos parabla presentación del producto, el hombre gordo llegaría a la prensentación sin sus apoyo visual, quedaría como un mediocre, al final del día estaría arruinado profesionalmente.

El reloj hacía:

“Tic Tac Tic Tac”

Y una mano se posa sobre el reoj, antes de sonar, a las 5:59 a.m.

Sentado en la cama, con la mano sobre el reloj, y el CD con los archivos de la presentación en la otra, se levanta el hombre gordo, y se acerca a la ventana y la abre y ve la ciudad, que ya estaba en movimiento, hoy se veía diferente, el reloj de la catedral marcó las 6 a.m. y sonaban las campanas y ahí estaba él oyéndolas y veía como todo se movía a su ritmo y le asaltó un sentimiento de placer jamás tenido antes, y se volvió al reloj y le dijo:

“Amigo, hoy voy a volverme un muñeco Ken jajaja” y el reloj le respondió, simple y secamente:

“TIC TAC TIC TAC”